miércoles, 13 de noviembre de 2013

El cielo es el protagonista.

 Te sientes tan pequeño cuando miras al cielo infinito, repleto de estrellas que iluminan nuestra noche más oscura. Hay alguna que otra que intenta destacar, brillando más fuerte que ninguna, sintiéndose la más popular entre las demás. La luna, girándose poco a poco para dedicarte, cuando la mires, una bella y permanente sonrisa durante toda la noche. Es el centro de muchas películas, canciones y fotografías que la contemplan y describen, mostrando su belleza. Siempre te brinda su más hermoso resplandor y, aunque las nubes intenten apagarlo, nunca desaparece. Quién no se ha perdido en la infinidad de tan bonitos paisajes. A veces, miras allá arriba pensando en las personas que se marcharon de tu lado para mudarse a otro mundo mejor. Éstas bajan aquí, convertidas en gotas de lluvia inesperadas, que acarician tu rostro y te hacen mirar hacia arriba o en ligeras brisas que hacen que te abroches un botón más de tu abrigo. El cielo es el protagonista de cada uno de tus días. Nosotros le regalamos a él, y a las personas que lo acompañan, globos que suben y suben, intentado tocarlo. No hay nada más bonito que ver un globo flotando en el aire, dirigiéndose hacia donde el viento le lleve, sin planear el camino, y, hagas lo que hagas, siempre te pararás y lo observarás, llamándote la atención algo tan simple pero que puede tener muchos significados como, por ejemplo, que a un niño se le haya escapado de sus pequeñas manos y llore porque se haya ido sin avisar, que alguien lo haya echado a volar, en señal de un familiar fallecido, como recuerdo, o que unos solitarios globos de colores iluminen nuestro día grisáceo y nos hagan sonreír ante la tristeza. Tengo envidia de los pájaros, tan libres, rozando el cielo, observándonos desde allá arriba, contemplando cada movimiento del mundo, viajando. Hasta el pájaro más diminuto se siente gigante cuando vuela. 

Deberíamos aprender a sentirnos como ese globo, ese pájaro o esa primera gota de lluvia. Vivimos tan estresados, corriendo de un lado para otro, que no nos damos cuenta de todos estos pequeños detalles que se nos regalan cada día y, por ello, nos hacemos creer que todos los días son iguales, teniendo una rutina que hay que seguir pero, si nos salimos de nuestros propios esquemas y aprendemos a observar, tendremos una visión de la vida mucho más bonita y diferente. 

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