martes, 31 de diciembre de 2013

Capítulo 6: ¿Le volvería a ver?

 Me quedé sorprendida por la simpatía de aquel hombre tan grande, desde mi pequeña perspectiva. Era rechoncho, con un bigote blanco, bien cuidado, y calvito aunque con algunos pelos canosos. Su voz era muy dulce y amable. Entré. Era una panadería preciosa. El olor a dulces, pasteles, bollos y barras de pan crujientes, recién hechas, me invadió. Inspiré bien hondo aquel olor que me alimentaba.

 Lo que no te conté de mi infancia en el orfanato fue que, cuando tenía pensada la idea de escaparme, empecé a ahorrar. Bueno, ahorrar… Cogía las monedas sueltas que me iba encontrando en el suelo, en su mayoría céntimos. Seguramente serían de alguna cuidadora que, sin saberlo, me estaba ayudando en mi plan de fuga. Poco a poco, con los meses y los años, conseguí tener un poco más de diez euros. Me sentía rica. Yo decía: “Si este céntimo está en el suelo y nadie lo ha cogido ni echado de menos, puedo adoptarlo y darle un nuevo hogar, mi monedero”. Esa frase la repetía cada vez que veía y cogía uno, me sentía feliz por estar creando una familia tan numerosa.

    -Hola señor, ¿me puede dar una barra de pan, por favor? -le dije, con toda la educación que me dio tiempo a aprender.
    -Hola pequeña, ¡claro que sí! Yo me llamo Bruno. ¿Cuál es su nombre, si me permite saberlo la señorita? -me decía, sonriendo, mientras cogía el pan.   
    -Nathalie. –Dije tímidamente.
    -Oh, Nathalie. Un nombre precioso para una niña tan bonita.
 Bruno me miró cálidamente y me dio la barra. Me dijo el precio y le pagué, aunque él me ayudó. Yo no sabía cuántas monedas tenía que darle. (Ahora que me paro a pensarlo, creo que me puso la barra de pan más barata de lo que costaba en realidad). Sonreí, pero no le dije nada. Fui dirección a la puerta, para salir, y me hizo una última pregunta:
    -Nathalie, ¿estás sola?
 No me hizo falta pararme a pensar, sabía que se refería a si era callejera.
    -Sí. Adiós.
    -¡Nos veremos muy pronto!- Dijo, mientras se despedía de mí con la mano.
 Lo miré pensativa. ¿A qué se refería aquel señor? Salí de la tienda, haciéndome esa pregunta.


4 comentarios:

  1. Lindo, como siempre!! Me encanta como cuentas la "HISTORIA "

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias, Paco! Me alegro muchísimo de que te esté gustando la historia. ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Esa es la pregunta que se resolverá en los próximos capítulos. ¡Un saludo!

    ResponderEliminar