martes, 17 de diciembre de 2013

La noche nos invade, las estrellas nos rodean.

 Me tumbo en el césped. Está húmedo, fresco. Algunas hojas más largas me acarician el lado de la cara y otras, más juguetonas, me hacen cosquillas dentro de las orejas. Sonrío. Miro hacia arriba, observando el cielo. Las estrellas brillan más que nunca. No pienso, sólo observo esta maravilla. El parque está desierto. Los niños están en sus casas, sus padres preparándoles la cena, las chimeneas encendidas, los árboles de navidad puestos, el aire con olor a castañas, alguna que otra farola iluminando la calle. El ambiente de Navidad es muy bonito. Me gusta esta tranquilidad, que me deja a solas con mis pensamientos. Me reclino y me siento con las piernas cruzadas. Observo el parque y, de pronto, me doy cuenta de que hay un anciano con su mujer en un banco lejano. Un fino rayo de luna les ilumina. Están cenando, pero no consigo distinguir qué es. Un perro callejero que estaba escondido en algún lugar, huele el olor a comida y se dirige hacia ellos aunque, según creo ver, no ha tenido mucha suerte encontrando a personas que le den algo de comer, ya que está delgadísimo. Camina lento, saboreando el aire, se coloca delante de él con timidez y, a la vez, con miedo. El hombre le da, sin pensárselo dos veces, un trozo de su comida, cariñosamente. La mujer le acaricia su escaso pelaje, dándole cariño. El perro, al principio, come lentamente pero, después de unos segundos, empieza a devorarla. Escucho una pequeña charla animada, por parte de ambos. Se ve que les gustan los animales. Observo esta bonita escena, de tres sombras negras, que se presenta en el mismo escenario en el que me encuentro. El hombre se levanta despacio, le tiende la mano a su mujer para ayudarla a levantarse y, a un paso lento, caminan juntos hacia la salida. A su lado está el alegre animal, que no se esperaba recibir alimento. Ambos pasan por mi lado. Me saludan con una sonrisa sincera. Le devuelvo el gesto amablemente. Los observo. ¿Por qué los que menos tienen son los que más dan? Quizás porque sepan de lo que realmente trata la vida; compartir, sonreír y disfrutar de la compañía. Ya es tarde, así que me levanto y empiezo a andar. Nosotros, actores interpretando un papel improvisado en este escenario tan inmenso, la vida. La noche nos invade, las estrellas nos rodean.


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